29 de abril de 2008

¿POR QUÉ SOMOS QUIENES SOMOS?

Sheij Nazim Al Haqqani
Allah es el Sultán. No puede haber dos sultanes en el mismo trono. Sólo hay un Señor en el Universo. Es un honor para nosotros ser Sus siervos. Nadie puede pretender ser Señor, todos deben aspirar a ser Sus siervos, esta es nuestra finalidad primordial. Los seres humanos son las criaturas más perfectas de la Creación. Ante la Presencia Divina, somos incluso más perfectos que los ángeles. El Señor nos creó para ser Sus representantes, y lo hizo con Sus Divinas Manos. Siendo Él quien nos creó y dio forma, nada puede haber más perfecto.
Nos dio la perfección en nuestra forma de hombres y mujeres. Nadie puede imaginar una forma más bella que la de un ser humano. También se nos ha dado una parte de su Divina Presencia, de su Alma Divina, que ninguna otra criatura posee.
La humanidad se ha visto honrada de dos modos: en su ser físico y en su ser espiritual.
Hemos sido creados de una manera tan perfecta por una razón. Del mismo modo que la Tierra fue creada con un propósito. El Sol fue creado con algún motivo. La Luna fue creada con un propósito. La gente suele ser consciente de esto. ¡Hay tantas criaturas a nuestro alrededor que han sido creadas con un propósito! Miramos a nuestro alrededor y tratamos de encontrar la manera de poder sacar provecho de ellas. Nos damos cuenta de que somos los dueños de esta tierra, y sabemos que ninguna otra criatura puede alcanzar esta capacidad y esta autoridad.
Hay muchas criaturas mucho más potentes que el hombre, pero no pueden ejercer su control sobre nada. Pero vosotros podéis controlar cualquier cosa sobre la tierra. Podéis bajar hasta el fondo marino más profundo. Podéis subir hasta el cielo, e incluso más arriba. Esta es la clase de autoridad que os hace diferentes de todo lo que os rodea. Tratamos de averiguar la utilidad de todo, excepto de nosotros mismos. La humanidad no se preocupa de encontrar el verdadero motivo de su existencia.
Estamos al final del presente siglo, alcanzando el segundo milenio. Sin embargo el hombre sigue ocupado con su ser físico, poniendo todo su interés en su mundo material. Su primera y última meta es el mundo material, a pesar de ser consciente de que nuestro ser material se extinguirá con la muerte. Nadie vivirá en la tierra para siempre. Vemos cómo miles de personas dejan este mundo todos los días. Vemos cómo los cadáveres son transportados hasta el cementerio y, allí, enterrados, pero no queremos realmente saber qué ha pasado. ¿Cómo es posible que ayer ese cuerpo estuviera andando entre nosotros y hoy no pueda hacerlo? ¿Por qué estamos vivos en un momento dado y muertos al instante siguiente? Quizá esta pregunta se les haya ocurrido a algunos, pero no perseveran en tratar de encontrar la respuesta.
Desde el comienzo de la vida en la tierra se nos han dado Libros Sagrados. El hombre siempre ha querido saber qué ocurre después de la muerte. Pero lo que aprendemos en los sistemas de enseñanza de hoy día no son sino teorías sobre el comienzo de la vida, y nada sobre lo que acontece tras la muerte. La ciencia no puede satisfacer el ansia de la gente de saber sobre su origen y su futuro. Cuando alguien hoy en día habla sobre la muerte o sobre lo que tras ella acontece, la gente se siente tan turbada que intenta tomárselo a broma o, todavía peor, lo convierte en tabú.
Es muy difícil hoy en día hablar sobre cualquier aspecto de los Libros Sagrados, ya que la gente tiende a pensar que son mitos de antaño. Pero la situación de la humanidad empeora día a día, porque el hombre necesita creer. Las creencias hacen perfecta a la persona. El hombre no puede ser perfecto sin una creencia. Una persona sin una creencia es una persona terrible, más violenta que los tigres, los osos, o los lobos. De día en día, la violencia sobre la tierra aumenta.
A todo el mundo le asusta el porvenir. Todo el mundo se pregunta qué traerá el nuevo milenio. Si no se controla, la carrera entre científicos, naciones, y fabricantes de armas se hará más feroz hasta llegar al punto de explotar. Los Estados gastan el 99 % de sus presupuestos en armamento. ¿Por qué compiten? Por que así se lo sugiere su temperamento violento, es lo que nuestro ego desea. Piensan que el más violento será el héroe. No hemos sido enviados a esta vida a matar, sino a vivir. Sin embargo, hoy en día todo el mundo está empeñado en matar. Todos los libros sagrados: el Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento, y el Último Testamento, el Sagrado Corán, mencionan que, al llegar el final de los tiempos, proliferarán la violencia, las masacres, y las guerras. La gente matará y será muerta sin que se sepa el motivo.
Somos como rebaños, hacemos lo que desean nuestros pastores, sea lo que sea. La razón por la cual pueden hacer con nosotros a su antojo es que nuestra fe ha alcanzado el nivel cero. Esto es lo que ellos quieren: que no creamos en nada. Quieren que olvidemos a nuestro Señor. El mundo entero está ahora en la tesitura de no querer saber nada de su Creador y no creer, a pesar de necesitarlo. Incluso el más formidable adversario de las religiones exclamará en el momento de su muerte: ¡oh, mi Creador, oh, Dios!
Llevo sesenta años animando a la gente a creer en su Creador. He viajado de Este a Oeste por muchos países, pero ésta es la primera vez que vengo aquí. Allah os bendiga a vosotros y a vuestro país. España es un país célebre. Estamos ahora en Andalucía, que es un lugar muy importante, ya que es el punto de encuentro de las culturas de Oriente y Occidente. Hay aquí tantos monumentos de una y otra cultura: mezquitas, catedrales, palacios..., y que vosotros habéis heredado. Ambas representan las creencias de las naciones que vivieron sobre la Península Ibérica. Fueron creyentes sinceros, y los signos que dejaron de sus creencias han perdurado hasta hoy. Y yo espero que permanezcan hasta los últimos días. Trataron de hacer lo mejor para ellos mismos y para otros.
Creemos que todos los profetas llegaron como mensajeros del Cielo. Todos y cada uno de ellos trajeron un mensaje del Cielo. El Señor de los Cielos pidió a la humanidad que viviera feliz y en paz. Todo el mundo ha oído hablar de esto, y nos corresponde a nosotros decidir si queremos creer o no que el primer hombre fue creado en el Paraíso.
El Señor de los Cielos les habría dejado vivir por siempre en el Paraíso, pero Satán, el primer envidioso de la creación, quiso este honor que se nos dio para sí mismo. Cuando el Señor nos creó como sus representantes, Satán estaba tan furioso, y sentía una envidia tal, que echó a la primera pareja del Paraíso, la tierra de la paz. Por esto fuimos expulsados, y nunca nos dejará en paz. Pero el Señor de los Cielos envió 124.000 profetas, provistos de mensajes para guiar a la gente hacia una vida pacífica y feliz. Pero Satán desea que la gente sufra y tenga problemas. Lamento tener que decir que todo en nuestros días, de Este a Oeste y de Norte a Sur, está dirigido equivocadamente, en pos de ideas satánicas. El Mensaje Celestial ha sido dejado de lado y, al estar escuchando a Satán, crean “ismos”, “ismos”, y más “ismos”: comunismo, capitalismo, feminismo, kemalismo... todos ellos son falsos. Están en contra del Mensaje Divino. Son ideas satánicas, inducidas con el fin de llevar a la gente a la miseria. Estamos alcanzando el segundo milenio. ¿Qué va a ocurrir? Algo terrible, sin duda, si no cambiamos de rumbo. No habrá más gente viviendo sobre la tierra. La mayoría perecerá, y todos los edificios quedarán en ruinas. Satán se sentará satisfecho sobre la pila de cenizas: “¡Finalmente me he vengado de la humanidad!”
Debemos ver si podemos salvarnos de esa catástrofe. Los Libros Sagrados nos dicen que habrá un grupo de gente que irá en la dirección correcta, aún cuando todo y todos vayan en la dirección equivocada. Moisés* era un gran profeta que hablaba con el Señor. Antes de su profecía, cuando escapaba de Egipto, llegó a la tierra de Canaán. Conoció allí a Shuayb* (el profeta Jetró), y prometió trabajar para este de pastor durante siete años a cambio de casarse con una de sus hijas. Esta era su dote. No se permite a nadie casarse sin dote. Puede ser cualquier cosa, pero cuanto más des, más te amará.
Un día Moisés* estaba con su rebaño en un valle plagado de animales salvajes. Si se hubiera distraído tan sólo un instante, el rebaño podría haber sufrido algún ataque. Es muy importante proteger aquello que nos ha sido confiado. De repente, cayó en una profunda somnolencia, incapaz de abrir los ojos y de ponerse en pie. Al mismo tiempo, sabía que si se dormía, al menos la mitad del rebaño se perdería. Si tan sólo pudiera mantener los ojo abiertos sería suficiente, porque el poder del hombre está en sus ojos. Así que dijo: “¡oh, mi Señor, aquí está tu siervo, tu voluntad está por encima de la mía, debe continuar... !”, y dicho eso cayó inconsciente, pero se recuperó en un instante. Al levantarse vio el más grande de los lobos frente al rebaño, vigilándolo, y manteniendo a raya a los demás lobos. El Señor le habló: “Oh Moisés*, tú eres lo que yo quiero que seas. Cuando tú estás conmigo, yo estoy contigo. Estoy cuidando de tu rebaño, e incluso puedo hacer que el lobo sea su pastor”.
Procurad estar con Él y Él estará con vosotros. Si llega un diluvio como el del tiempo de Noé, estaréis seguros. Ningún título que podáis ostentar en esta vida tendrá importancia, como tampoco vuestro estilo de vida. Os estoy enseñando el más honorable estilo de vida de cuantos podáis llevar en esta vida, y que os hará felices y victoriosos en seguridad y en paz. No importa si sois musulmanes, judíos o cristianos, os aconsejo que estéis con vuestro Señor, que es uno. No penséis que los cristianos tienen un señor, los judíos otro, y los musulmanes aún otro, no. Existid para Él. Existid para Allah y seréis felices en esta vida y en la otra. Haced lo mejor por la gente. Esto os hará siempre alegres. Intentad dedicar vuestra mano a la caridad, y vuestra alma al Señor.

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