30 de abril de 2008

EL ALMA: LA ELECTRICIDAD DEL CUERPO


Sheij Nazim Al Haqqani
Hay un sultan. No puede haber dos. Hay un Señor. No puede haber dos. Hay un solo Creador, pero no hay un segundo creador. Sólo hay un Rey sentado en el trono. Si hubiera dos, se estarían peleando.
Esta es una humilde asamblea. Pero es cara, es valiosa. No hay otra igual en España en este momento. Hay muchas reuniones, pero no en honor del Señor del Cielo. Son, en su mayoría, en honor de Satán.
Nosotros decimos “Audu billahi min ash-Shaytáni-r-rayím, bismillahi-r-Rahmani-r-Rahím” porque huimos de los demonios y el mal. Bismillahi-r-Rahmani-r-Rahím, pedimos al Creador que nos ayude contra los demonios y el mal. As-Salaamu aleikum. Pido para vosotros todas las bendiciones, y que éstas continúen para siempre.
Esta es una vida corta, pero es la antesala de la vida eterna. Nadie puede alcanzar la vida eterna sin pasar antes por esta. Debe ser creado, venir a este mundo, y dejar más tarde esta vida e ir a la vida eterna. Debemos abandonar este cuerpo, ya que nada de este mundo nos pertenece, incluso nuestros cuerpos no son nuestros. Un día los dejaremos y nos iremos. Por eso, cuando alguien muere se le lleva a la iglesia, la mezquita, o la sinagoga, y se le hace un funeral.
“¿De quién es ese cuerpo?, preguntará la gente.
“Es el cuerpo de Eduardo”, o el de Hassan, o el de Mordejai... Preguntamos de quién es el cuerpo pero, ¿dónde está el dueño? ¿Dónde está Eduardo? ¿Dónde está Hassan? ¿Dónde está Mordejai? No están allí.
Nadie puede decir que su cuerpo le pertenece. Si alguien dice: “Este es mi cuerpo”, entonces debería ser capaz de conservarlo por siempre. Pero no les pertenece. Lo tienen por un tiempo determinado y después han de dejarlo.
Las mujeres pueden quedarse embarazadas. En tres veces cuarenta días se gestará una forma humana. Pero es tan sólo un pedazo de carne, sin movimiento alguno o signo de vida. Entonces, de repente, su corazón empieza a latir y el cuerpo empieza a moverse. Es entonces un nuevo invitado a este mundo. No viene del mundo material, sino de algún otro lugar. No podemos ver ese lugar, pero es conocido como el mundo espiritual.
Hay dos mundos: el material y el espiritual. Finalmente, el alma, que pertenece al mundo espiritual, se introduce en el cuerpo, y el bebé se desarrollará con rapidez. Se preparará para venir a este mundo, estar aquí, crecer, saber, aprender, hacer, sentir, y entender. Después deberá dejar todo este mundo material, incluso su cuerpo en el que ha pasado tantos años, y regresar.
Nadie ve cómo llega el alma. Nadie ve cómo nuestras almas se marchan, porque no pertenecen a este mundo. ¿Podéis ver la electricidad? ¿Podéis cortarla? Es otra cosa. Es del Divino Cielo. El alma es la electricidad de nuestros cuerpos. El poder de la electricidad mata, el del alma nos mantiene vivos.
¿Cuántos siglos o milenios llevamos viviendo sobre la tierra? ¿En qué año estamos? ¿Mil millones y uno? ¿Un billón y uno? ¿Un trillón y uno? Miles de millones de personas han alcanzado esta vida y la han dejado.
Hay aquí un grupo de gente respetada que ha venido para una reunión seria, una reunión espiritual. Quizá yo sea el más viejo aquí. Hace cien años ninguno de nosotros existía y no creo que, de hoy en cien años, ninguno de nosotros exista todavía. Nuestra existencia depende de alguien que puede hacer lo que quiera. Nadie puede rehusar su Voluntad, o su Decreto, o lo que Él disponga.
Nadie os preguntó si deseabais venir a este mundo. ¿Hay alguien que recuerde si se le preguntó esto? ¿Rellenasteis un impreso de solicitud para venir a este mundo? Nadie os preguntó si queríais venir a vivir aquí o permanecer donde estabais. Puede ocurrir que alguien sea convocado en sueños a estar listo para dejar este mundo. Algunas personas santas, con el corazón puro, pueden recibir algún mensaje del Cielo sobre sí mismos, o sobre otras personas. Estos son los profetas. La mayoría de los presentes son cristianos, y conocen la Última Cena de Jesucristo, la paz sea con él. ¿Cómo podía él haber sabido... (5,6)
Si venís a esta vida y no usáis vuestra mente y voluntad, estaréis al nivel de los animales. No penséis que vuestra mente está aquí para encontrar algo de comer o beber, o pensar en propósitos sexuales. Ese es el nivel de los animales. Si os ponéis a su altura habéis perdido el honor. No penséis, si yo quiero comer, que estoy usando mi voluntad. Los animales también comen cuando tienen hambre. Es parte de nuestros impulsos físicos.
Hojear una revista es una cosa, y otra muy distinta aprender de los libros. No se necesita mucha voluntad para leer el periódico, pero sí para aprender de los libros. La gente se lanza tras las cosas fáciles.
Los animales no tienen responsabilidad. Pero vosotros, que tenéis mente y voluntad, sí tenéis responsabilidad.
Corremos a la búsqueda de nuestro ser espiritual.

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