14 de agosto de 2008

Los Cazadores Llevan Camuflaje: Cuando Abu Yazid vistió el Traje de Cura.

De Sahij Nazim
Extraído de Hidden Treausures

Los demonios hacen que los hombres huyan de la buena gente, así trataron de hacer que la gente se escondiese del Santo Profeta. Su creencia es defectuosa y siempre mantienen opiniones equivocadas; dicen “No os acerquéis a esta gente, o no podréis disfrutar de esta vida; si queréis disfrutar de esta vida, no se os ocurra seguirlos”. Este es el consejo del Demonio. Aunque se posea una apariencia respetable, como la de un shaij o un cura, pueden hacer que la gente huya. Los cristianos en particular huyen despavoridos de todo aquellos que los dirige al Islam. Por eso puede ser importante el camuflaje, para que así podáis hablar con ellos y consolarles más fácilmente.

Nuestro hermanos musulmanes, alhamduliLlah, tienen una fe muy fuerte. La imitación (taqlid) es el primer nivel de la fe en el Islam, e imitamos a nuestro padres, y nuestro nivel de Islam es el imitativo. Vuestro nivel de Islam es mayor porque vuestra fe está basada en conocimiento real. No venís de padres musulmanes, erais cristianos, judíos o cualquier otra cosa. Así que sois capaces de ver y comprobar cual es la verdad del Islam, y este es un estado más elevado. Nuestros musulmanes no tienen suficiente coraje para llevar turbantes o dejarse barba, pero vosotros si podéis. Nuestra gente corre tras las modas occidentales, anquee estén viviendo en países islámicos. En occidente podéis seguir llevando ropas musulmanas en casa, pero en la calle debéis ser flexibles y vestir de acuerdo a vuestra inspiración.

Escuchad ahora una historia que habla sobre este punto: Una vez el Gran waly Abu Yazid al-Bistami se le ordenó en un sueño que se uniese a un grupo de crisitianos en un monasterio para la celebración de la Pascua. Se levantó asustado, porque se le había ordenado quitarse el turbante y vestirse como un cura jesuita para la ocasión. “¿Cómo puede ser?” se preguntó, “este sueño, ¿puede ser cierto?”. Entonces escuchó la orden en estado de vigilia, porque los santos tienen este extraordinario poder de recibir ordenes del mundo espiritual y lo que escuchó era esto: “Viste el sombrero de cura por Mi Favor, y vete al monasterio este día””. Cuando lo escuchó se puso el traje de jesuita y en un suspiro llegó al lugar.

Había allí reunidos setecientos curas, todos vestidos de negro. Todos se habían reunido para escuchar al obispo, que salía de su retiro una vez al año para pascua.. El obispo avanzó lentamente hasta su trono y se sentó, que empezó a temblar de repente.

Sorprendido preguntó: “¿Qué ocurre?” ¿Es que no está bien apoyado?” Después intentó comenzar su sermón, como tenía costumbre, pero aunque movía la boca no podía pronunciar sonido. Todos los monjes se volvieron hacia él y le preguntaron “¿Por qué no hablas”. “Algo va mal mis hermanos” contestó” no puedo hablar como de costumbre porque hay un muhammadí entre nosotros”. Todos se miraron con suspicacia. “¿Por qué ha venido a esta ceremonia? Dinos quien es y lo mataremos inmediatamente”. El obispo se enfadó mucho con ello por esto y les dijo “No, no está bien que lo matéis, porque no tenéis ni permiso ni autoridad. Durante tantos años os he enseñado y sermonedado y todavía no sabéis que no se puede matar a nadie sin una buena razón. Estaos quietos y manteneos en silencio. Ahora me dirijo a ti, ¡o muhammadí¡: por el honor de tu Profeta, muéstrate”.

Abu Yazid se levantó inmediatamente. Para el todos eran como hormigas. Dijo: “Yo soy el Muhammadí” El obispo dijo: “Has venido aquí hoy, pero no está bien que vengas a interrumpir nuestra ceremonia” Abu Yazid contestó: “No vengo aquí a destruir vuestra fe, más bien vengo a construirla. Se me dio la orden de venir aquí y ahora, y vengo a responder a tus preguntas, así que pregúntame, si gustas”.

Así que el Obispo le preguntó a Abu Yazid, cien preguntas le hizo, demasiadas para contarlas aquí. La primera era: ¿Quién es aquel para quien no hay segundo, y quien es el segundo para quien no hay tercero?” Abu Yazid escuchó las cien preguntas, y cuando acabó empezó a contestarlas, repitiendo la pregunta y después respondiendo.

Cuando acabo de responder las cien preguntas el obispo le dijo: “Sí, has respondido correctamente”. Entonces Abu Yazid dijo “Si no tienes más preguntas, ¿puedo hacerte yo una?” “Si claro, con mucho gusto” respondió el obispo que se sentía orgulloso de haberle hecho cien preguntas a Abu Yazid, y sus respuestas correctas. Abu Yazid preguntó: “O Arzobispo, ¿podrías decirme cual es la clave del paraíso?”. El obispo palideció y se arrojó al suelo. Su cabeza cayó hasta dar con la mesa que tenía enfrente y se refugio entre sus brazos. “O obispo”, gritaron todos, “¿Qué es lo que te pasa hoy?¿Por qué no respondes?” “O mis hijos”, dijo al fin “no lo puedo decir , porque temo que no la podáis seguirme”. “¿Por qué no podríamos seguirte?, ¿Cómo vas a dejar la clave del paraíso en manos de un musulmán, y nosotros vamos a ir al infierno?”. “Muy bien” dijo el obispo, “la clave del paraíso es ‘la illaha illa Allah Muhammadun rasuluaLlah’”. Al oír esto todos los monjes repitieron el credo musulmán, se quitaron sus cinturones, arrojaron sus sombreros de monje y destruyeron sus ídolos, pues la verdadera fe inundó sus corazones. Entonces Abu Yazid recibió de los cielos: “O Abu Yazid, esto es por tu favor; así como vestiste el traje de cura por Mi Favor, yo hice que ellos aceptase el Islam por el tuyo”.

Esta es una historia verídica, que nos muestra que mientras estamos en occidente, no estamos obligados a siempre llevar turbante; debéis vestir como la gente de allí si esto os ayuda a que vengan a vuestra fe, pues este es nuestro objetivo y propósito.

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