21 de julio de 2008

La Fuente de Sabiduría es el Corazón, no los Libros

Sheij Nazim Al Haqqani


Un hombre sabio puede pronunciar unas palabras sabias, pero una vez que son grabadas se unen al conocimiento que generalmente está disponible a los oyentes y lectores por todas partes. Una vez han sido transferidas al reino del conocimiento, a través de medios tales como libros y las grabaciones, pierden algo esencial. Por supuesto, que uno todavía puede obtener mucho beneficio de ellas, pero no pueden reemplazar a la corriente de sabiduría que fluye de la fuente – esa fuente es el corazón - y lo que viene del corazón de un hombre sabio pasa directamente al corazón del buscador.

¿Dónde se puede encontrar esta sabiduría? No necesariamente en el mismo lugar que uno podría encontrar riqueza de conocimiento. Una fuente de sabiduría puede ser un Sheikh[1], un escolástico o un profesor, pero también puede ser un fontanero, un campesino o una persona totalmente iletrada. Los tesoros generalmente se buscan en ruinas, no en modernos rascacielos; enterrados bajo capas de escombros, no sentados en el exterior, yaciendo en un mostrador. Y cuando el arqueólogo encuentra alfarería rota o en pedazos y piezas de un tesoro, sirven para iluminarlo hacia las realidades de lo que está excavando; no le importa el hecho de que estas reliquias no estén intactas, porque ¿cómo podría esperar eso? Y si le ofrecen artículos modernos de un supermercado que tengan el mismo uso que esos antiguos que encontró, ni siquiera consideraría su oferta, y pensaría que están bromeando, diciendo: "¿Cómo puede comparar estas dos cosas?"

Por lo tanto, tomad sabiduría de cualquier lugar que la encontréis, y no pidan por títulos o diplomas. Recordad que su Señor puede concederles sabiduría a través de cualquier medio. No miréis a nadie con desdén, sino echadle una mirada a lo que os están ofreciendo, y si viene de las ruinas o si está en un estado lamentable deben estar listos para salvarlo.

Esta sabiduría pertenece al dominio del corazón: una vez que ha sido agarrada nunca se pierde. Uno de nuestros Grandsheikhs, Abu Yazid al-Bistami, una vez se dirigió de esta forma a buscadores de conocimiento: "¡O eruditos!, llevan su conocimiento como un caballo lleva una carga de libros, están sobrecargados y siempre cansados, y saben que el Santo Profeta dijo, ‘El olvido es el destructor del conocimiento’. Como una termita viene y devora un pedazo de madera, así el tiempo y la edad consumen todo lo que ustedes saben. Mientras estén en las manos de sus egos su memoria declinará con el tiempo. Pero el corazón de corazones, una vez que ha sido abierto, se fortalece con la edad. El corazón es una fuente de sabiduría que nunca se seca; pero cuídense si no han buscado y recibido poderes divinos, ya que al final su taza, que ahora está rebosando estará tan seca como un hueso."

Mi Grandsheikh, quiera Allah bendecirlo, tenia mas de cien años pero su memoria era notable. Este estado de atención de la mente era solo un resultado de su condición espiritual. De otra forma hubiera sido imposible.

A medida que conozco más y más Occidentales, encuentro que ellos son ávidos lectores de libros. ¡Yo nunca he visto gente que leyera tanto! Siglos atrás los musulmanes solían leer, pero ahora lo único que queda es alguna gente que lee el Santo Corán. Pero cuando esa práctica se pierde, generalmente dejan de leer del todo. Pero en Occidente, su hobby es leer, y tal vez, si buscan sabiduría a través de libros, se habrán preguntado a si mismos: "Tal vez he leído mil libros, y todavía espero leer otros mil más, pero ¿para qué? ¿Con qué objetivo leo, leo y leo?" Entonces puede ocurrirles que busquen algo más a través de la lectura, algo a lo que la lectura los acerca, pero a donde no puede hacerles llegar.

Y cuando, como resultado de esta búsqueda del alma comienzan a leer libros sobre conocimiento Sufí, del Profeta, de Abu Bakr y Ali, de Rumi, de Attar, sientan que su añoranza es más fuerte, y que incluso están más sedientos. A través de todas estas lecturas habrán saboreado solo unas gotas, lo suficiente como para saber cuan dulce es esa fuente. En ese momento comprenden que los libros no son los mejores recipientes para el conocimiento del corazón, ya que el corazón mismo es el recipiente, y la preciosa corriente se pasa de corazón a corazón. ¿Dónde se pueden encontrar esos corazones que son fuentes en una época que ha tornado los verdes campos en desolados desiertos? Vagando a través de enormes desiertos, ¿cuántos de nosotros pueden encontrar un oasis? ¡Primero encuentran cien espejismos! Pero deben seguir, no regresen diciendo, "Yo solo he encontrado ilusiones". No, nadie dijo que se habían embarcado en un viaje fácil, por lo tanto, deben ser perseverantes.

A causa del inmenso desafío que supone esta búsqueda de sabiduría interior, tras el refrescante manantial en medio del desierto desolador, mucha gente prefiere ignorar totalmente la faceta más importante de la vida humana, y dedicarse a las actividades de beneficio mundano, o si están "inclinados religiosamente", a la acumulación de conocimiento religioso. Imán al-Ghazzali, una figura mundialmente famosa en la historia del Islam, fue simultáneamente un gran escolástico y un maestro sufí. Él escribió tantos libros que seria un desafío leerlos todos en el periodo de una vida. Se dice sobre su obra principal, "Ihya-Ulum-ud-Din", "La Revivificación de las Ciencias Religiosas", que si se perdieran todos los otros libros escritos por escolásticos Islámicos a lo largo de la historia, este libro solo seria suficiente para preservar todo el conocimiento esencial de tantos siglos del Islam, y suficiente para mantener al Islam fuerte y vital. Como su corazón estaba abierto a la Sabiduría Divina, él fue capaz de expandir nuestra comprensión del Santo Corán y de las Tradiciones Proféticas a través de sus escritos.

De acuerdo al Imán al-Ghazzali, cuando una persona muere es un durmiente que ha despertado. Cuando él así pasa desde el mundo de las imágenes al mundo de la realidad, inmediatamente enfrenta una evaluación de su tiempo en esta vida. Incluso antes de ser enterrado en su tumba, el Señor le hará cuarenta preguntas. La primera pregunta y la más importante es, "O mi siervo, durante tu vida tu fuiste muy cuidadoso con tu apariencia, para adornarte a ti mismo para los otros seres humanos: vistiendo ropa fina, y arreglándote el pelo. Pero ¿te has preocupado por preparar tu corazón para tu encuentro Conmigo? Tu sabes que no me importa tu belleza física, el color de tu piel o de tu pelo, o si eres bajo o alto. ¿Tu sabes que Yo sólo quiero de ti que purifiques tu corazón y que vengas a Mi Presencia preparado, con tu corazón tornado hacia Mi y no tornado hacia el lugar que has dejado, y que tu sabias que debías abandonarlo?"

En el Santo Corán, Dios Todopoderoso declara: "Un hombre no puede tener dos corazones en el hueco de su pecho", por lo tanto, el objetivo de todo esfuerzo sufí es librar al corazón de preocupaciones externas, y tornarse totalmente hacia Dios. Esta es la purificación del corazón, y cuando esto se logra, la luz de la belleza eterna de Dios brillará en el espejo de tu corazón. Es por eso, que para aquellos que han alcanzado la realidad interna de vivir realizando tal práctica, el significado del ayuno no es solo lo que implica para el creyente común, abstinencia de comida, bebida, vicios e ira por cierto periodo de tiempo, sino la total absorción en la Presencia Divina. Por lo tanto, cada vez que un capricho mundano parece invadir el corazón de esa gente, ellos se consideran a sí mismos ritualmente impuros e inmediatamente se dan una ablución mayor. Ese es el nivel de los santos, es una práctica imposible de ser intentada por otros – siempre estaríamos mojados. Sí, el Señor nos llama diciendo: "O Mi siervo, ¿por qué estas tratando de escapar de Mi? Si yo te abandonara solo por un momento, tu dejarías de existir."

[1] Maestro espiritual.

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