6 de julio de 2008

El Pan nuestro de cada día

Sheij Nazim al Haqqani

El Santo Profeta aconsejó a su Nación que trabajasen para mantenerse, aunque nuestra estancia en este mundo sea solo temporal. Él nos aconseja que busquemos el pan nuestro de cada día, no esperar que él nos encuentre a nosotros. Lo mejor para nosotros es trabajar para nuestra subsistencia, ocuparnos en cualquier tipo de trabajo que no transgreda la Ley, ya que la comida más sabrosa es la ganada con las propias manos. Que el hombre se procure el sustento dentro de los limites de la Ley Divina es lo que más le agrada a nuestro Señor, y también conduce a una buena salud mental y física. Por eso, quien este físicamente capacitado debe trabajar. No argumentéis que ya que el sustento de cada criatura está destinado para ella, no necesitáis perseguirlo ni evitarlo - estas son las excusas de la gente holgazana - y a Allah no le agrada la pereza. Mientras estéis en este mundo debe haber algún trabajo que podáis hacer con vuestras manos.

Al Rey Salomón, quien era un Profeta y un Monarca por Orden Divina, su Señor le concedió un poder más allá de la imaginación del hombre más rico de nuestro tiempo, ya que Allah Todopoderoso, le otorgó el conocimiento de la ubicación exacta de todos los tesoros en la Tierra, y también le dio poder sobre los ejércitos de los Jinns, que no sólo vigilaban esos tesoros, sino que podría poner bajo su mando a cualquiera de ellos. A Salomón también se le concedió el poder de conversar con los animales, y ellos también eran sus siervos.

Incluso un emperador tan magnificente como Salomón, nunca en su vida comió comida salvo que procediera de la venta de canastas que él mismo tejía. ¿Podemos encontrar tal escrupulosidad en algún lugar hoy en día? El Rey Salomón dio un ejemplo para todos sus súbditos, y para la gente de todos los tiempos, no usando la riqueza de la Nación para sus necesidades personales. Pero hoy en día, por el contrario, se espera que el gobierno abastezca las necesidades de todos, para que mucha gente, además de aquellos que están realmente impedidos o en necesidad, desvergonzadamente tomen las limosnas del gobierno y demanden que estas sean aumentadas. ¡No seáis tan dejados! Tal vez podáis estafar al gobierno, pero no podéis engañar a Allah; y Él Todopoderoso castiga a tales personas en esta vida haciendo que ese dinero sea una causa de descontento para ellos. El dinero no ganado no tiene "baraka"[1], y el resultado de una vida así será la enfermedad física y mental. Por lo tanto, si valoráis vuestra salud y cordura, ¡comed del trabajo de vuestras propias manos!

El Sultán (Rey) Abdul Hamid, el ultimo Califa del Imperio Otomano fue una gran personalidad de su tiempo. En virtud de su gran vigor y carisma, él fue capaz, no solo de mantener junto su desmenuzado imperio, sino de realmente producir un renacimiento del espíritu a lo largo del inmenso reino. Él fue el último de los soberanos mencionados en los sermones a través del Mundo Musulmán, y él fue el último guardián de las santas reliquias del Profeta que se encuentran en Estambul.

En medio de todos los asuntos de su imperio que necesitaban su atención, él encontraba tiempo para ocuparse de un oficio y comer de los réditos de ese trabajo. No solo esto, sino que él nunca subió a su trono para atender a la corte hasta que no había recitado sus ejercicios Naqshbandis y leído una parte del Corán y también del libro de devociones Dalail-ul-Khairat, como también rezado las dos series de oraciones supererrogatorias de la madrugada. Es suficiente testimonio a su fortaleza, mencionar que él se sentó en el trono por treinta y tres años, en una época en la que la mayoría de los reyes no podían procurar el conservar su poder ni siquiera por diez años, a causa de tantas intrigas y el creciente caos de los tiempos. La magnitud de su majestuosidad era tal, que Káiser Wilhelm II dijo una vez: "Yo he conocido muchos monarcas y soberanos en mi vida, y a todos los he encontrado inferiores a mí, o por lo menos mis iguales, pero cuando yo entré en la presencia de Abdul Hamid, comencé a temblar."

Una vez el Santo Profeta dijo: "Debéis trabajar por vuestra honesta provisión, como si fuerais a quedaros en este mundo para siempre, y para la vida después como si fueran a morir mañana". Ahora bien, ¿por qué el Profeta, cuya misión fue la de llamar a la vida eterna, sugeriría que trabajáramos como si siempre fuéramos a estar en este mundo? Porque cuando la esperanza de la vida en este mundo es abandonada, el hombre muere. La esperanza por el futuro de este mundo y por nuestra posición en él, es necesaria para que seamos capaces de dedicarnos a nuestras tareas en esta vida. Además de esto, el Santo Profeta declaró que las buenas acciones del hombre continúan con él en este mundo mientras las futuras generaciones se sigan beneficiando de ellas.

Y con respecto a la vida después de la muerte, el Santo Profeta nos hizo recordar que nosotros cruzaremos ese límite, y podría ser mañana, o incluso hoy: Entonces, ¿no deberíamos estar preparados? Para poner el asunto en perspectiva, el Santo Profeta también dijo: "O gente, debéis pensar cuanto tiempo podéis permanecer en este mundo, y trabajar por ello de acuerdo con la duración de la estancia; y también debéis considerar cuanto estaréis en la vida del más allá, y esforzaros por ella en proporción". Este dicho puede parecer que contradice al anterior, ya que si ponéis en la balanza el tiempo que pasarán en este mundo contra el tiempo que estarán en el más allá, éste no es nada. Cada uno de los dichos de nuestro Profeta es perfecto; por lo tanto, para aquellos que abandonarían su trabajo mundano, él les ha recomendado oponerse a esta tendencia, pensando en este mundo como si fuera eterno, para que ellos le puedan dar valor a sus trabajos. Y para aquellos que persiguieran este mundo excesivamente, la segunda medida: el tiempo que pasamos aquí contra el tiempo allí, de modo que ellos buscarán lo que es en realidad eterno. Sayyidina Ali relató a través de la sabiduría que obtuvo del Profeta, que tanto la exageración y el abandono total de cualquier aspecto de la vida, es un signo de ignorancia. Por lo tanto, es una cuestión de equilibrio entre diferentes aspectos del esfuerzo, y se nos ha recomendado buscar este equilibrio. Y nuestros predecesores Naqshbandis recomendaron la siguiente división de nuestro día: ocho horas para las oraciones y devociones, y ocho horas para procurarse el sustento, (el tiempo de dedicación a nuestras familias debe ser considerado como una devoción, ya que Allah nos ha ordenado atenderlos). Siguiendo tales pautas, incluso gente con grandes responsabilidades pueden encontrar tiempo para trabajar y para rezar, como el Rey Salomón y el Sultán Abdul Hamid.



Pregunta: "¿Qué debo hacer en mi situación laboral, donde estoy rodeado por gente que son realmente malvados, y siempre están tratando de arrastrarme a su nivel?. ¿Debo alejarme de ellos, rechazar su compañía y solo hacer mi trabajo?"

El Sheikh respondió: No hay sabiduría en señalar las faltas de la gente directamente a ellos, ni comportarse de tal forma que la desaprobación llegue a ser muy obvia. Lo que pueden hacer es un relato muy generalizado en un momento apropiado, sin acercarse mucho como para atacar directamente sus acciones o ideas, ya que no hay nada que el ego odie más que ser culpado o acusado.

Todas las almas tienen alas, pero las alas de los pecadores están rotas, y no pueden volar hasta que sus alas se curen, y eso lleva tiempo. Mientras tanto, no buscan nidos en lugares seguros - en techos, montañas o árboles - sino que se arrastran al sótano. Porque son prisioneros de sus egos, se quedan en ese oscuro entorno, nunca ven la luz del día, solo conocen la luz artificial.

A veces emergen de ese oscuro sótano, pero si hacen que se enojen con se pondrán incluso más obstinados. Allah Todopoderoso le advirtió al Santo Profeta de las consecuencias de tal actitud cuando Él dijo: "Y si vosotros fueseis irascibles, severos y duros de corazón, todos huirían de vosotros". Este verso indica que solo a través de la tolerancia y la bondad ejemplar se puede provocar una respuesta sobre gente mal educada y de malas maneras.

No es la propio de Allah Todopoderoso castigar a la gente, ni siquiera a los tiranos, hasta que un Mensajero Divino les ha sido enviado para ofrecerles un mejor camino que el camino de la tiranía en el que ellos se asientan. La puerta al arrepentimiento y a la justa conducta esta abierta para todos, y fue el trabajo de los Profetas y sus Herederos el llamar a todos hacia esa puerta; y en especial a los tiranos, ya que sus malas acciones pueden afectar adversamente a millones de personas, o a todo el mundo.

La propia palabra "Faraón" se ha convertido en sinónimo de "tirano". Nuestro Señor nos enseña la forma correcta para tratar de desviar a un tirano de su tiranía, cuando Él le ordenó a Moisés y a Aaron, la paz sea con ellos:"Id al Faraón y habladle con suavidad y cortésmente, que tal vez él pueda ser guiado". Sólo después, cuando la intransigencia de Faraón se hizo aparente, a Moisés se le ordenó amenazarlo con la ira divina y hacer descender el justo castigo divino sobre la gente de Faraón.
De acuerdo a esta Sabiduría Divina, es incorrecto para un creyente confrontarse a alguien con malas maneras y burlándose. No se nos ha ordenado ser gente problemática y tener malos modales, maldiciendo y blasfemando a la gente. Cuando nuestro Grandsheikh recibía a oficiales del gobierno, la policía secreta o gente que iba a su reunión para espiarle y oponerse a él, él, por supuesto, fácilmente podía leer sus secretas intenciones. Siempre trataba a esta gente con especial amabilidad, mostrándoles una extraordinario respeto y cortesía. El resultado era que ellos se sentían avergonzados de sus falsas intenciones, y se iban con buenos sentimientos hacia el Grandsheikh, decidiendo tratarlo respetuosamente de ahí en adelante. La esposa del Grandsheikh solía advertirnos: "Si veis al Grandsheikh armando gran alboroto con un visitante, ¡cuidaos de esa persona!"

[1] Bendiciones de Allah

No hay comentarios: