9 de julio de 2008

Moneda Dorada y Regla Dorada; Ambas se han convertido en Papel

Sheij Nazim Al Haqqani



Cuando Allah Todopoderoso creó a Adán, hizo descender una lluvia de dificultades sobre él durante cuarenta años, y una lluvia de éxtasis por un año. Por lo tanto, los hombres encontrarán esa proporción de sufrimiento y placer a través de su vida. ¿Cómo hace nuestro Señor para que las dificultades se manifiesten a través del curso de nuestras vidas? A través del contacto con otra gente. Estamos destinados a tener que tratar constantemente con otros, la mayoría de los cuales están interesados principalmente en lograr sus propios deseos, sin mucha consideración por la felicidad de nadie más.

Es nuestro destino el haber recibido una naturaleza que requiere el contacto social con otros seres humanos. Incluso si cada persona tuviera una montaña para sí mismo, para permanecer lejos, apartado de las molestias y dificultades provocadas por la vida social, encontraríamos a gente abandonando sus refugios y buscando la compañía de otros en los valles.

¿Por qué la gente, aunque es atraída hacia los demás, generalmente prefiere huir de las reuniones humanas? Cada persona tiene su propia voluntad y su idea de cómo deberían ser hechas las cosas, y lo más difícil es obtener el acuerdo de otro con esos deseos, e influenciarlo para hacer las cosas a nuestra manera. Si ejercitáis autoridad sobre un pequeño círculo de personas, por ejemplo el núcleo familiar, vuestra influencia diminuye inmediatamente cuando pasamos al siguiente círculo de relaciones. Y de igual forma hacia abajo: cuanto más alejada esta la gente de su influencia directa, es más difícil hacer valer la propia autoridad o defender la propia posición – y una unión débil en la cadena provocará la total ruptura de esa cadena. Por lo tanto, la habilidad de hacer que otros se ajusten a nuestros deseos es limitada, y esta es la causa frustración en la gente.

Cuando Adán y Eva estuvieron solos fueron capaces de acordar que Adán tendría autoridad fundamental en los temas, y cuando tuvieron hijos, éstos acataron su autoridad. Pero cuando el mundo comenzó a poblarse a través de sus nietos y bisnietos, su autoridad disminuyó y se rebelaron. Cuando él murió se dio cuenta que ineficaz que había sido.

Todo lo que le ocurre a la humanidad en general, cada energía que pasa a su través, afecta a nuestras personalidades. Algunas de estas energías construyen en nosotros fuerza interna y rectitud, otras provocan que estas cualidades se desvanezcan. Nuestro desafío es enfrentarlas a todas y fortalecer nuestras personalidades en cualquier caso: debemos ser lo suficientemente fuertes como para afrontar todos los eventos, tanto los buenos como los malos. Buscaréis escapar de circunstancias desagradables, pero generalmente, en el proceso de huida se os presentarán cosas incluso más terribles. Hay un dicho: "Huyó de la lluvia al granizo". Comprobad la verdad de este dicho de vuestra propia experiencia. Pero ¿qué podemos hacer? Solo podemos aprender paciencia: aumentar en fortaleza espiritual a través de ser pacientes con el daño infringido por otros. Si reaccionamos ante cada maldad arderemos de rabia, y no habremos ganado nada. Lo que necesitamos para ser capaces de atacar el mal es, primero de todo, una "cabeza fría" no empañada con rabia impulsiva. Esto es lo que todos los Profetas han enseñado a través de todas las épocas.

La gran causa de sufrimientos en el siglo veinte es la impaciencia. Especialmente en Occidente la paciencia se ha convertido en una característica en extinción, y en vez de ser alentada por la sociedad, es despreciada y vista como un atributo de gente estúpida y explotada. A la gente en el mundo libre se les enseña que deben demandar, y que tienen el derecho a demandar todo inmediatamente. Incluso, mejor si aparece frente a ellos antes de que pensaran en desearlo – eso es eficiencia. Llamar a esa sociedad "Civilización del siglo veinte" es una equivocación, porque la gente civilizada es paciente, y la verdadera civilización trata de inculcar la paciencia considerándola como una virtud.

Como esta cualidad está faltando, cuanto más alto el estándar de vida de la gente, más esperan que todo les este disponible instantáneamente ante el toque de un botón o el golpe de un látigo, y cuando algo va mal, se enfurecen por el retraso de lo que esperan les sea dado instantáneamente. Es terrible siquiera pensar, sobre la condición en que la gente quedaría si sus sistemas fallaran a gran escala: no tienen la menor idea de cómo proveerse de lo que necesitan para sus vidas. Si los aparatos dejaran de funcionar morirían – eso es todo.

Incluso peor es que la gente no está satisfecha con tener todo al alcance de sus dedos, sino que quieren tener todo para sí mismos, excluyendo a los demás, tener un monopolio de toda riqueza y placer. ¿Con estas características cómo puede alguien ser feliz? La educación moderna y los valores que aparecen en los medios dan la señal: "Salid y tomad lo que queráis; si lo podéis atrapar, es vuestro, eso es lo que importa". Lo que necesitamos comprender es que cada uno tiene su porción, que lo que es vuestro es vuestro, y lo que es de él de él es. ¿Cuántas de vuestras posesiones podéis cargar sobre vuestras espaldas? Incluso un monedero es molesto: entonces ¿cómo podríais cargar con la porción de otro? Si os pretendéis comer la porción de otro enfermaréis, y si vestís la ropa de otro además de la propia será demasiado caluroso. Envidiar las porciones de la gente es completamente estúpido, la mejor forma de destruir vuestra salud y alma.

Estamos en necesidad de un tipo diferente de educación, una educación que nos enseñe que todo en esta vida ha sido cedido a su dueño a través de la Sabiduría Divina, pero, en cambio, fomentamos malos hábitos, de forma cada bien que otros disfrutan es una espina en nuestros costados.

Una vez, en el tiempo de Moisés, la paz sea con él, mientras se dirigía al Monte Sinaí para entrar en la privacidad con el Señor Todopoderoso, un hombre pobre se le acercó a Moisés y le dijo: "O Moisés, soy muy pobre. Por favor pídele a tu Señor que me dé algo que alivie mi pobreza". Moisés le prometió que se lo diría a su Señor, luego siguió su camino. Cuando Moisés se dirigió a su Señor, él le rogó por el caso de ese hombre como lo prometió, y en respuesta Allah dijo: "O Moisés, dile que cualquier cosa que pida Yo se la concederé, bajo la condición que lo que pida también debe pedirlo para su vecino, y Yo se lo otorgaré a ambos. Cualquier cosa que su corazón desee – ganado, riquezas, tierra – Yo se los daré a él y a su vecino, porque Yo soy el Dueño de las Gracias Si Fin, Yo soy el Señor, Allah."

Cuando Moisés descendió del Monte Sinaí, ese hombre estaba esperando ansiosamente escuchar la respuesta del Señor a su súplica. "¿Qué noticias hay Moisés?" "¡Buenas noticias! El Señor te dará todo lo que desees, la única condición es que tu debes pedir lo mismo también para tu vecino." Entonces el hombre se puso furioso y dijo: "¡Si El no me lo va a dar a mí con exclusión de mi vecino, no voy a pedirlo, ni lo voy a aceptar!"

Ahora decimos ser gente civilizada, pero a quien de nosotros se lo escucha diciendo: "O mi Señor, ¡hazla a ella tan bella como a mi! Yo no estoy feliz siendo una hermosa reina mientras esa agradable joven es fea." O a quien se lo escucha diciendo: "O mi Señor, ¡dale a esa persona un Rolls-Royce también! Yo estoy avergonzado de manejar el mío a menos que él también tenga uno." O que Primer Ministro se le escucha decir: "O Allah, ¡hazlos a todos Primer Ministro!" No creo que se pueda encontrar a nadie rezando o deseando estos dones para otros.

Nuestros egos son los que producen este egoísmo salvaje, pero el objetivo del Camino Sufí es transformar esas características salvajes en beneficiosas, como uno puede injertar corteza de un árbol de fruta dulce en el tronco de un árbol salvaje que da solo frutas ácidas. Luego, cuando el injerto agarra, las ramas de ese árbol salvaje dan fruta dulce, aunque sus raíces sigan siendo salvajes. Generalmente, la humanidad crece como fue plantada, sin haber tenido cuidado de transformar sus frutas ácidas, y si no se les presta atención, la gente muere en la misma condición. Debéis entender que todos los Santos Profetas fueron "jardineros" injertando características divinas en las personalidades silvestres de las gentes.

La mayoría de los presentes en esta reunión son Cristianos y Judíos. La misión de Cristo fue impartir atributos divinos a la gente, y lo mismo es para todos los Profetas del Antiguo Testamento, pero habéis perdido la visión de ese hecho. Después de Jesús, vino el Profeta Muhammad con la misma misión, pero también perdimos la visión de eso. ¿Cuál fue el resultado de toda este olvido? A lo largo de la historia cada grupo quiso considerarse a sí mismo como "poseyendo a Allah a exclusión de otros", y nunca les ha gustado la idea de que Allah también escucha las plegarias del otro grupo, y considera su mérito por su propio criterio. No solo nuestras características de codicia nos velan de la verdad de nuestro Señor, siendo el Señor de Todos, pero incluso dentro de las religiones han brotado tantas sectas, principalmente para que la gente reclame la absoluta posesión de Allah. El resultado de esto ha sido que los Musulmanes odien a los Cristianos y viceversa; pero nuestros Profetas no fueron enviados para enseñarnos a odiarnos unos a otros: Y ahora los Cristianos odian a los Cristianos, y los Musulmanes odian a los Musulmanes, y en general todos se han vuelto en contra incluso de su propio hermano.

Ved, nuestro Señor dijo: "Dile a esa persona que pida para su vecino lo que me pida para sí mismo", ese es el mandato que es llamado la regla dorada, pero ahora, al igual que el oro ha sido reemplazado primero por plata y luego por papel, así la regla dorada hace mucho que está fuera de circulación en nuestros intercambios. Debéis saber que su valor se determina por la magnanimidad de su corazón. Antiguamente las virtudes se reconocían como tales aunque tal vez pocos las lograban, hoy en día ni tan siquiera son apreciadas. La gente solo es valorada de acuerdo a su belleza o riqueza, y llegan a evaluar las relaciones en base a ganancia material. Esto es una vergüenza, y pido a nuestro Señor que nos perdone.

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