9 de mayo de 2008

Cuando dormimos nuestra alma va al cielo

Sheij Nazim Al Haqqani

Recuerdo muy bien cuando el alba aparecía y llegaban las primeras luces del día. Solíamos hacer la primera llamada a la oración. “Venid y presentad vuestros respetos a quien os ha creado y os ha dado este nuevo día.”
Solíamos empezar el día con el Servicio Divino. Hay mucha gente que duerme y no se despierta a esta hora, pero según nuestro conocimiento tradicional, sabemos y creemos que cuando una persona duerme, su alma va al cielo. Sólo una facultad de nuestra alma queda con el cuerpo físico: la de mantener nuestro corazón latiendo, continuar respirando, haciendo circular la sangre, la digestión, mientras dormimos. Nuestra alma va arriba. Todo alma en Presencia Divina pide al Señor que se le permita volver al cuerpo, y el señor dice: “Ve”, y despertáis.
A algunos no se les permitirá. Esta gente yacerá sin levantarse. Sus parientes les mirarán una y otra vez, pero no regresarán. Por eso todo el que despierta debe, ante todo, dar gracias al Señor: “¡Al-Hamdulillah! ¡Ash-shukrulillah! ¡Wal-Minatilillah! Todos los respetos para nuestro Señor nos darán una nueva oportunidad para el nuevo día. Comenzad con el Servicio Divino. ¡No lo olvidéis! Toda maldad, todo sufrimiento, todo problema, viene de olvidar a vuestro Señor.
Solíamos ser los primeros en llamar al Servicio Divino y, al poco rato, las campanas de las iglesias de Chipre empezarían a sonar hacia las seis de la mañana. La siguiente ocasión era al mediodía. La siguiente al ocaso. Esto era hace 60 años. Ahora que estoy en España, me siento como en aquellos días, ya que sois de los pocos cristianos que todavía van a la iglesia tres veces al día. En la mayor parte del mundo, Satán lo ha cambiado todo, ni siquiera en domingo se encuentra gente yendo a la iglesia. No visitan sus templos ni tan siquiera una vez a la semana.

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