5 de mayo de 2008

TODAS LAS GENTES DE LOS LIBROS SAGRADOS SABIAN QUE ÉL ULTIMO PROFETA VENDRIA DE ARABIA

Sheij Nazim Al Haqqani

Normalmente, una persona no puede aprenderlo todo. Ningún musulmán puede saberlo todo acerca del Islam, del mismo modo que ningún cristiano puede saberlo todo sobre el cristianismo, o un judío acerca del Judaísmo.
La limpieza es para todas las naciones, porque nadie puede acceder a la Divina Presencia sin haber sido limpiado antes.
La zona más importante en lo que a revelaciones se refiere es Palestina. La Península Arábiga es la principal fuente de Revelación Divina. No se sabe que ningún profeta haya venido jamás de Europa, de Alemania, Francia, o España. Todos los profetas vinieron de Palestina, de Mesopotamia, de la Península Arábiga. Todas las Sagradas Escrituras: el Viejo Testamento, el Nuevo Testamento, y el Corán hablan de profetas de esa zona, pero no de aquí, de Europa, o de Africa o América.
Los grandes centros espirituales del cristianismo, como iglesias y monasterios, estaban concentrados en esa zona. Cientos de monasterios esperaban revelaciones del Cielo en aquella tierra, y encontraban que las fuentes del poder espiritual estaban en aquella zona.
En una ocasión, un emir de Medina llegó a Damasco con su séquito. Llegaron frente a un monasterio. Alcanzaron la puerta principal, que estaba cerrada. Llamaron, sabiendo que había gente dentro. Esperaron un buen rato, ya que Allah ordena que, si alguien llega a un sitio, debe pedir permiso al dueño para entrar. Nadie puede entrar en un lugar sin permiso. Esto está prohibido bajo fuerza. Incluso el Sultán debe pedir permiso. Este hombre había venido por orden del Sultán, y esperaba la autorización para poder entrar.
Este es el respeto que los Santos Mandamientos merecen, pero hemos perdido la mayor parte de ese respeto. Me causa tristeza ver lo que los musulmanes, o los judíos, o los cristianos, hacen. No respetan las leyes del Señor con firmeza. Este hombre habría podido abrir la puerta con un leve movimiento, pero, en lugar de ello, estaba esperando. Este es el verdadero Islam. Ya es imposible encontrarlo, y del mismo modo ocurre con el verdadero Cristianismo y el verdadero Judaísmo.
Al cabo de un rato, el abad abrió la puerta y todos entraron. El jefe de la caravana del Sultán preguntó por qué se les había hecho esperar, y se le dijo: “Lamentamos la tardanza, pero hemos leído en nuestras Sagradas Escrituras que, si se teme a alguien, se ha de hacer la ablución, y entonces salir a recibirle. Hemos visto que se trataba de una caravana del Sultán, y por eso hemos pedido a todo el mundo que se lave. Después de la ablución hemos rezado nuestras oraciones, y ahora estamos bajo la protección del Señor, de manera que no podréis hacernos daño”.
La gente, hoy en día, no sabe nada acerca del verdadero Cristianismo. La gente que en aquella época vivía en los monasterios leía sus Sagradas Escrituras y las ponía en práctica. Por eso eran tan diferentes de la gente de hoy. El wudu protege a la gente de los demonios y sus representantes. Todos los Libros Sagrados de los cristianos y los judíos ordenan a sus seguidores la ablución previa a toda oración, en toda ocasión. El wudu es un arma poderosísima contra Satán. El demonio no puede tocar a una persona limpia.
Todos estos monasterios que se extendieron por la Península Arábiga no estaban allí por casualidad. Sabían por sus Libros Sagrados y esperaban que el Último Mensajero procedería de Arabia. Los cristianos esperaban que viniese del Yemen. La gente de Damasco esperaban que viniese de Arabia, y los judíos esperaban que viniese de Medina, donde hoy se levanta la tumba del Profeta. Sabían que el último profeta vendría de Arabia. En otro famoso centro, el castillo de Haybar, tambien esperaban y buscaban al profeta que vendría de Arabia.
En efecto, el último profeta no fue una sorpresa: se le esperaba. Cuando llegó, algunos le reconocieron, otros no. La mayoría de los monjes cristianos llegaron y le aceptaron, y muchos rabinos judíos también llegaron y le reconocieron como el profeta que había de venir. Pero también muchos le negaron sin tener prueba alguna en su contra. La mayor prueba de que no era una persona corrientes el hecho de que, hoy día, le siguen mil quinientos millones de personas que dicen: “La ilaha illa Allah, Muhammad rasul Allah”. ¿Se os ha ofrecido dinero para que lo digáis? No.
Esta es la mejor prueba: que una persona dijo, hace 1.400 años “La ilaha illa allah, Muhammad rasul Allah”, y hoy 1.500 millones de personas se levantan y dicen lo mismo.
Esto es conocimiento que procede de Libros Sagrados, no digo esto por capricho mío, sino que me sale del corazón.

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