7 de mayo de 2008

Los signos del Amor de dios

Bismillah ir-rahman ir-rahim
As salam alaykum wa rahmatullah

[Extraído de "La alquimia de la felicidad" de Al-Gazzali]

"Los signos del amor de Dios"

Hay muchos que pretenden amar a Dios, pero todos deberían examinar la
autenticidad del amor que profesan. La primera prueba es ésta: no debería
desagradarles el pensamiento de la muerte, puesto que nadie se estremece por ir
a ver a un amigo. El Profeta dijo: "Quien quiera que desee ver a Dios, dios
desea verle a él". Es cierto que alguien que ame sinceramente a Dios puede
estremecerse ante la idea de que la muerte le venga antes de haber terminado su
preparación para el otro mundo, pero, si es sincero, será diligente al hacer
tales preparativos.

La segunda prueba de sinceridad es que un hombre debería estar deseoso de
sacrificar su voluntad a la de Dios, debería adherirse a aquello que le acerca a
Dios, y debería evitar aquello que le sitúa lejos de Dios. El hecho de que un
hombre peque no es prueba de que no ame a Dios en absoluto, pero prueba que no
le ama con todo su corazón. El santo Fudhail dijo a un cierto hombre: "Si
alguien te pregunta si amas a Dios, mantente en silencio; porque si dices: 'No
le amo', eres un infiel; y si dices 'Sí', tus hechos te contradicen".

La tercera prueba es que el recuerdo de Dios debe mantenerse sin esfuerzo
siempre fresco en el corazón de un hombre, porque aquello que el hombre ama lo
recuerda constantemente, y si su amor es perfecto nunca lo olvida. Sin embargo,
es posible que no ocupando el amor de Dios el primer lugar en el corazón de un
hombre, lo ocupe el amor del amor de Dios, porque una cosa es el amor y otra el
amor del amor.

La cuarta prueba es que amará el Corán, que es la palabra de Dios, y a Muhammad,
que es el Profeta de Dios; si su amor es realmente fuerte, amará a todos los
hombres, pues todos son siervos de Dios; es más, sus amores abarcarán a toda la
creación, porque aquél que ama a alguien ama las obras que compone y su
escritura.

La quinta prueba es que será codicioso del retiro y la privacidad con fines de
devoción; ansiará la llegada de la noche para poder relacionarse con su amigo
sin estorbo ni obstáculo. Si a este retiro prefiere conversar de día y dormir
por la noche, entonces su amor es imperfecto. Dios dijo a David: "No intimes
demasiado con los hombres; hay dos clases de personas que serán excluidas de mi
presencia: aquellos diligentes para obtener recompesas y perezosos cuando las
han obtenido, y aquellos que prefieren sus propios pensamientos a mí. La muestra
de mi desagrado es que los dejo consigo mismos".
Verdaderamente, si el amor de Dios toma posesión realmente del corazón, todo
otro amor queda excluido. Uno de los hijos de Israel tenía la costumbre de rezar
de noche, pero observando que un pájaro cantaba muy agradablemente en un cierto
árbol, empezó a rezar bajo aquel árbol para así tener el placer de escucharlo.
Dios dijo a David que fuera y le dijera: "Has mezclado el amor por un pájaro
melodioso con el amor por mí; tu categoría entre los santos queda rebajada". Por
otro lado, algunos han amado a Dios con tanta intesidad que mientras se
dedicaban a la oración sus casas se han incendiado y ellos no lo han notado.

La sexta prueba es que el culto se hace fácil. Un cierto santo dijo: "Por
espacio de treinta años realicé mis oraciones nocturnas con gran dificultad,
pero durante una segunda etapa de treinta años se convirtieron en un deleite".
Cuando el amor de Dios es completo, no hay alegreía igual a la alegría del
culto.

La séptima prueba es que los que aman a Dios amarán a aquellos que le obedecen,
y odiarán a los infieles y a los desobedientes, como dice el Corán: "Son
inflexibles contra los no creyentes y clementes entre ellos". El Profeta -saws-
preguntó una vez a Dios diciendo: "Oh señor, ¿quiénes son los que te aman?". Y
la respuesta fue: "Aquéllos que se aferran a mí como un hijo a su madre, los que
se refugian en el recuerdo de mí como un pájaro busca el abrigo de su nido, y se
enfurecen al ver el pecado como un león enfurecido que no teme a nada".

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Cuando el amor de Allah ta'ala se instala en el corazón del siervo, lo más
difícil que podamos imaginarnos se convierte para él en la tarea más sencilla.
Sin embargo, hay que tener en cuenta lo que nuestro maestro Muhammad Baha'uddin
Shah Naqshband, qaddasa-l-Lahu sirrah, cuenta de su juventud:

<< Me levantaba temprano, tres horas antes de la oración prescripta, hacía la
ablucion y luego de realizar las oraciones Sunnah, me posternaba suplicándole a
Dios con la siguiente oración : 'Oh Dios mio, dame la fuerza para cargar las
dificultades y el dolor de tu amor.' Luego rezaba la oración prescripta del
amanecer con el shaij. Un dia al salir me miró y me dijo, como si hubiese estado
siempre conmigo cuando hacía esa súplica, 'Hijo mio, debes cambiar el método de
tu súplica. Mejor di, "Oh Dios, otórgale Tu placer a este débil siervo." A Dios
no le gusta que Sus siervos estén en dificultades. Aunque Dios en Su Sabiduria
le puede mandar a Su siervo ciertas dificultades para probarlo, el siervo no
debe pedir estar en dificultades. No sería respetuoso hacia Tu Señor.' >>

Este mundo ya es difícil de por sí, por eso no es correcto pedir por más
dificultades, sino por ese amor que convierta nuestro paso por este mundo en el
anuncio del próximo. Quien lo descubre, se verá aligerado de la carga. No porque
las dificultades hayan desaparecido, sino porque nos parecerán un juego de
niños, como decía Abu Yazid al Bistami -ra- acerca del fuego del infierno,
convirtiéndose en la prueba de la sinceridad de nuestro amor.

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