22 de mayo de 2008

PUREZA DE CORAZON: (Perdonar, Olvidar, y ser Inmune a la Jactancia)

Sheij Nazim Al Haqqani

Una vez el profeta Muhammad, cerca de quien está la paz, estaba sentado con sus compañeros, cuando observando a gran distancia a un hombre aproximándose, él dijo: "Oh, compañeros míos, si quieren contemplar uno de los habitantes del paraíso, miren a ese hombre que está viniendo ahora". El hombre en breve arribó y tomó lugar entre la congregación. Al otro día, y el próximo día también, el Profeta pronunció a sus seguidores los buenos augurios de aquella eterna felicidad del hombre (sin decirle nada, sin embargo a ese hombre).
A menudo he oído a la gente laica clamar por la posesión de corazones puros. Especialmente a la gente que rechaza la religión y las prácticas místicas fuera de la mano del amor para hacer dichos reclamos. Nosotros no imponemos esos reclamos, pero creemos que nuestro camino es el camino de la Purificación, y que nuestros esfuerzos deben establecernos en la dirección correcta. Cada uno que piense en sí mismo como una persona de corazón puro deberá prestar atención a este cuento y reexaminar su reclamo para alivianarlo.
Esto ha llegado a nuestro tiempo a través de Abdullah el hijo de Umar, el segundo Califa del Islam. Cuando Abdullah escuchó a el Profeta alabar a esa persona tres veces, el decidió seguirlo hasta su casa y buscar su bendición y su conocimiento, que le ha permitido acceder a esa estación de perfección en su vida.
Cuando Abdullah llegó al hogar de este hombre, golpeó su puerta y fue bienvenido. El hombre le preguntó: ¿Puedo saber el motivo de tu visita ?. Entonces Ibn Umar le relató lo que el Sagrado Profeta había dicho acerca de él los tres días. El hombre dijo "Ya lo sé". Abdullah Ibn Umar continuó: "Oh, mi hermano, me gustaría ser una de esas afortunadas personas para tener asegurado un lugar en el paraíso viviendo aún en este mundo. ¿Qué has hecho tu exactamente para lograr tanta distinción en la Divina Presencia? ¿Qué clase de austeridades ascéticas has sobrellevado? ¿Qué clase de actos de devoción has realizado?”
"Oh, Abdullah, yo no profeso más que tú u otra persona. Me han sido dadas esas buenas nuevas no como un resultado de mis devociones o de mi austeridad. Hay, sin embargo, tres atributos que he cultivado y por los cuales pagué mucho, como alguien que aprecia sus perlas. Primero de todo, cada noche que me acuesto antes de dormir le digo a mi Señor: "Oh, mi Señor, si alguno de tus siervos me ha herido hoy, con su mano o su lengua, yo lo he perdonado, con perdón completo, y nunca levantaré una queja contra él, hacia alguien ni contra ti ni siquiera ahora ni en el día del juicio. Tu eres mi testigo de que los he perdonado a todos ellos: ahora y siempre aquí y en tiempo venidero".
Yo debo preguntar a toda la gente que clama ser puro de corazón: ¿Puedes perdonar de este modo?¿ O corres a la corte por seis peniques, respondiendo a una simple palabra de abuso con una lluvia de ellas? ¿Guardas rencor mucho tiempo? Si tu reaccionas de esta manera a la provocación debes saber que estás cultivando inmundicias y enfermedad, no pureza . No guardes rencor, porque sus frutos son odio y enemistad. ¿Entonces dónde está tu pureza? Entonces Abdullah Umar dijo: "Hmmm Este es un muy difícil atributo para imitar. Dime el segundo; Este quizás sea más fácil. El hombre dijo: "Mira, si me hubieran sido dados el mundo y sus tesoros y si la gente me obedeciera diciendo: Te hacemos nuestro Rey y ponemos un inmenso tesoro a tu disposición. Por favor toma tu lugar ahora en el trono Imperial y ordénanos hacer lo que tu quieras, tu deseo es nuestra orden. "Yo no estaría feliz en absoluto, y ¿cuál es la señal de que realmente me siento así? Este es el tercer atributo, y este confirma al segundo, es la prueba de que no me importan la riqueza ni el poder. Así, si esa misma gente viniese al día siguiente abusaran de mi y me patearan fuera del trono diciendo: “¡Fuera ! No aceptamos a un rey tonto que no está feliz siendo coronado, no estando complacido teniendo absoluta soberanía sobre el mundo entero otorgado a tus pies, ni con una vasta riqueza ". Yo no estaría disculpado al final, pero si grandemente relevado".
¿Son estos atributos tan fáciles de adquirir que cualquiera puede ir clamando tener pureza de corazón? Si alguien nos diera una casa común, olvida los palacios, estaríamos felices, y ciertamente si ellos volviesen al día siguiente y nos la reclamaran de vuelta no sentiríamos apenados. ¿Entonces que tal tener el mundo entero a tus órdenes? Tal renunciamiento es un signo que el punto más alto de fe ha sido alcanzado:
El Señor ha declarado que "Este mundo tiene menos valor para mi que el ala de un mosquito". Este hombre ha llegado ciertamente a esto, ha tomado esta sabiduría de corazón y paró de codiciar al mundo. El verdadero creyente dirá: "Oh, oh Señor, tanto como el mundo material importa en tu mirada, déjala estar en la mía".

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